El deseo de leer: una mariposa en vuelo


por Virginia Mórtola / 11 de Julio de 2022




Ilustración: María José Pita

Son varios los caminos a través de los que niñas y niños llegan a los libros y a las historias. Pero: ¿cuáles son los que provocan el deseo de seguir leyendo? Esta pregunta reboza de incógnitas: sobre la lectura, sobre el lugar del deseo y la posición de los mediadores. La reflexión que aquí encontrarán toma el vuelo de la mariposa como metáfora del movimiento del deseo, en contraposición con la mariposa pinchada para poseer y observar. La búsqueda incansable de una verdad singular, plagada de curiosidad y movimiento, pide el movimiento del incansable aleteo.
La ilustración de María Jose Pita fue realizada especialmente para esta nota.



El deseo de leer: una mariposa en vuelo


Para leer esta nota, que empieza a suceder, me encantaría que se dispusieran como quienes, en los tiempos de antaño, se sentaban en torno a una fogata para escuchar una narración oral. Estos encuentros eran íntimos y merodeaba el misterio; es así que quisiera compartir con ustedes el movimiento de mi reflexión.



Primera incógnita: leer



Leer puede ser una aventura asombrosa, con la fascinación y los riesgos que conlleva toda aventura. Desentrañar letras, enredarse en cursivas, tropezar con palabras extrañas. Una vez adquirida la lecto-escritura, a solas con el libro, el pequeño lector descubrirá personajes más miedosos o valientes que él; lo llevarán a palpitar en medio de un bosque, a chapotear en el océano, a recorrer lugares lejanos.

Antes de leer, se presenta la promesa de la lectura: ¿qué sugiere la tapa? ¿y el título? ¿por dónde nos llevarán las primeras líneas?

La promesa es un enigma colmado de potencia.

Leer requiere un ánimo dispuesto a ensanchar la curiosidad y sobrevivir a la incertidumbre. Supone un movimiento, un interés, una chispa, y siempre implica a otros. Otros que acerquen el libro, otros que hablan desde las páginas. Esos garabatos, dibujos que llamamos letras y a los que les fuimos adjudicando sentido; traen las voces de todos los tiempos y lugares. Cada página, es un bosque infinito de letras que se vuelven palabras, que serán oraciones, desde donde susurran diversas voces.

Segunda incógnita: el deseo



Las narraciones pueden llegar a través de anécdotas familiares que cuenta alguna abuela, o de la mano de un tío amoroso, o a través de una maestra que resolvió compartir un cuento en clase, o, quizá, sean una lectura obligatoria.

Muchos son los modos en que llegan los libros y muchas son las formas de leer; por lo tanto, el deseo de volver a leer, así como los efectos de las lecturas, serán variados. Cuando el deseo de leer nos toca el hombro —escribe Laura Devetach—, quizá sucede porque tenemos instalados deseos previos en relación con las palabras de otros, ordenadas en un texto. Tal vez, cuando recurrimos a los textos buscamos algo desconocido, algo que se nos plantea como un puente hacia cosas ocultas, y eso nos puede resultar temible, pero a la vez estimulante para la curiosidad, para satisfacer apetencias que se van generando en los movimientos del ánimo (“La construcción del camino lector” , Comunicarte, 2008:20)

Comparto cada palabra de esta cita: los deseos de los otros y la búsqueda de lo desconocido, provocan movimientos. Varios escritores han dicho que la literatura es una expedición a la verdad. Entiendo que esa verdad es singular, íntima: la búsqueda inagotable sobre la verdad de la existencia. Y es en esta búsqueda incansable, plagada de curiosidad y movimiento, donde pienso en el deseo como mariposa en vuelo. La mariposa abre sus alas y se desplaza por un jardín. Allí está. La vemos. Es bellísima. ¿Por qué queremos atraparla? El deseo es nómade y si se apresa, marchita, igual que marchitará la mariposa dentro de un frasco. O peor, la mariposa pinchada, que ostenta un nombre científico y que, por más detalles que podamos apreciar de ella y tengamos la ilusión de ser dueños de su belleza; es un cadáver inmóvil. Leer, y su deseo, se parecen mucho más a una disposición que a un resultado: el movimiento que impulsa a saber de nosotros a través de otros, el intento infinito de capturar aquello que nos queda por comprender. Ahí están los artificios del deseo: movimiento inquieto que no cesa de aletear.

Tercera incógnita: los mediadores



En la posición de los mediadores —adultos, maestros, padres — está la clave para que el deseo de leer se vuelva promesa que mueve. Esta posición abarca la forma de ofrecer los libros y cómo se construye el momento de contar historias.El lenguaje se correrá de su función práctica, se volverá lúdico, absurdo y poético. El medidor cosechará un vínculo, que parte de la escucha; y así, surgirá la atención primero y luego el aleteo que busca de flor en prado, de prado en jardín, de jardín en bosque. Dejará que transcurra el movimiento, aunque no comprenda, aunque no sea igual a su interés ni a su deseo.

La regla será no apresar el aleteo.

Para entender un cuento —dice Yolanda Reyes— es necesario conectarlo con sensaciones, emociones, ritmos interiores, símbolos tal vez arcaicos y zonas recónditas y secretas de nuestra experiencia. Si no nos permitimos explorar esas zonas secretas con sus penumbras y sus ambigüedades, la literatura no nos dirá nada así contestemos cuál es su tema o cuando nacieron sus autores, así identifiquemos la introducción, el nudo y el desenlace (“La poética de la infancia”, Comunicarte, :22-23)

No es necesario “sacarle el jugo al libro”, porque lo secamos y será igual a una mariposa pinchada, un cadáver. De este modo, no tocaremos a los hombros del deseo, ni provocaremos movimiento y curiosidad. La novela, la canción, el poema, el cuento; ponen a la palabra en otro sitio, donde lo posible no termina nunca de construirse.

La promesa que traía esta nota se aproxima al final. Y aún no sabemos qué será de nuestras ideas luego de acabada la lectura.

La invitación es a abrir espacios para compartir lecturas que sean encuentros amorosos, donde se escucha, y se habilita tanto la palabra como el silencio. Alimentemos el misterio y la incógnita, en busca de que el deseo de leer aletee como una mariposa en un bosque de historias