Con la excusa del día de los niños y las niñas, me distraje de la corriente voraz y
perversa del funcionamiento cotidiano y me encontré pensando en los regalos.
¿Cuál habrá sido el primer regalo de la historia?
Algunos autores han escrito sobre el lugar del regalo en las culturas, quizá sea el
antropólogo Marcel Mauss en su libro Ensayo sobre el don. Forma y función de los
intercambios de las sociedades arcaicas (1924) quien más profundizó, y develó los usos
y la simbología de los regalos. Los invito a leerlo, si les interesa.
El origen de regalar se remonta a la prehistoria, cuando nuestros antepasados solían
intercambiar objetos como parte de sus relaciones sociales y comerciales. En las
culturas antiguas, los regalos eran una forma de establecer alianzas, sellar acuerdos o
mostrar respeto y gratitud. Muchos creían que los regalos creaban un vínculo mágico
entre el que daba y el que recibía. Lo cierto, es que cada cultura tuvo sus propósitos.
Durante la época de la antigua Grecia, los regalos se daban como ofrendas a los
dioses en los templos y como tributo a los líderes políticos y militares. En la antigua
Roma, se intercambiaban durante las festividades y las ceremonias religiosas. En la
Edad Media, se ofrecían como muestra de lealtad y obediencia a los señores feudales y
a la iglesia. Se adjudica a los griegos el origen de regalar en el día del nacimiento, y
también ellos difundieron la práctica de dar regalos de cumpleaños como muestra de
respeto y buena voluntad.
En nuestros días, los regalos se ofrecen como un gesto de cariño, de agradecimiento, y
son ritual en ciertas fechas especiales: cumpleaños, días de, bodas, Navidad. A partir
de la Revolución Industrial, las opciones se multiplicaron, son tantos los objetos y
productos que la oferta marea y el gesto amoroso de regalar se vuelve un
automatismo. En ocasiones, los regalos se transforman en compromisos, y pierden el
encanto que los envuelve. Un regalo sin afecto y dedicación es un objeto inanimado,
muerto.
Busqué su etimología, porque el origen de las palabras se anuda a sus sentidos, y
descubrí que la palabra regalo viene del verbo francés galer que significa diversión.
Pero su origen es misterioso. A esta noción se suman dos procedencias del
verbo regalar: derivado del latín regalis (real, propio de un rey) con el significado
originario de «agasajar como un rey» y otra del verbo latino regelare sinónimo
de degelare (descongelar) que desarrolló el sentido de «acariciar con agasajo para
romper el hilo» y alejar la frialdad.
Un regalo, entonces, podría ser un agasajo que hagan sentir un rey o una reina a su
destinatario, que rompan el hielo con calidez y, por qué no, que divierta.
Instrucciones para regalar
1. Nunca olvidar que se trata de una muestra de afecto
2. Crear una pausa para pensar con cariño
3. Priorizar al destinatario: sus intereses y sus deseos.
4. Imaginar cataratas de opciones.
5. Buscar, buscar y buscar, dónde encontrarlo.
6. La elección traerá alegría y nervios.
7. Envolverlo con una flor o un caramelo o una carta o un dibujo.
8. Desear con ansias que llegue el momento
9. Aguantar la ansiedad
10. Ofrecerlo y dejar que siga su camino
A mí me encanta regalar libros, porque la literatura abre una fisura en el tiempo y
en la lectura vislumbramos la doble dimensión, indisoluble, de ficción y profunda
verdad, en la que vivimos. Y, como escribe Teresa Durán en: “Leer antes de leer”
(ANAYA; 2002) “ (…) la infancia pasa muy deprisa y desgraciadamente no surgirá todos
los días la oportunidad de regalar un libro. Merece la pena que con los pocos que
posean puedan armar un universo”.
¿Qué tiene de valioso regalar libros a niñas y niños?
Una invitación: regálense el tiempo de leer las reflexiones de escritores, escritoras,
ilustradores e ilustradoras. Busquen a sus favoritos. Formulen sus opiniones.
Alfredo Soderguit
Ilustrador, director de cine.
Para no redundar sobre lo que tanto se ha dicho, de cómo los libros favorecen el
desarrollo de la imaginación y brindan herramientas intelectuales y emocionales para
decodificar los más diversos aspectos del mundo y de la vida; diré que los libros son un
regalo triple, o múltiple. Diré que son objetos bellos, que perduran en el tiempo,
ocupan poco espacio y su acumulación construye templos de conocimiento, diversión
e imaginación, llamados bibliotecas. Diré que son una experiencia, una aventura, una
forma de conocer otros lugares, mundos y personas, o personajes. Diré que son un
regalo para regalar, porque esa aventura de la lectura se puede compartir con otros,
hasta el infinito ¡No existe nada en el mundo con una relación costo beneficio tan
favorable!
Lía Schenck
Escritora
Cuando acercamos los primeros libros a un niño o niña estamos creando posibilidades
de múltiples vínculos que continuarán en el tiempo: consigo mismo, con sus
emociones, su sensibilidad, su imaginación y con un mundo; más allá del cercano y
conocido, donde los personajes y sus historias generarán preguntas, opiniones,
pensamientos. Aprenderán a dialogar con esos personajes y algunos de ellos los
acompañarán, en muchos casos, como amigos cercanos y entrañables. Ese es un gran
valor de la lectura. Los libros no se gastan, crecen con cada niño, con cada niña y
algunos duran toda la vida.
Martín Otheguy
Escritor
Los libros tienen poderes desconocidos, que se activan con resultados imprevisibles. A
veces no ocurre nada, como una llave que simplemente no sirve para abrir una puerta.
Pero cuando pasa, lo que ocurre, puede cambiarnos la vida. Lo sé, porque de niño me
regalaron libros que fueron agujeros de gusano a mundos paralelos, y después de eso
nada volvió a ser lo que era. Si nadie me hubiera regalado libros, quizá habría tanteado
puertas a oscuras muchos años, sin saber lo que esperaba del otro lado. En qué mundo
más pobre y sombrío viviría hoy. Así que más vale ir regalando llaves por ahí.
Evelyn Aixalá
Escritora
Si yo conociera una persona que creyera que le va a aportar mucho a otra, por lo que
quiera que sea, nadie me cuestionaría que las presentara, ¿verdad?
Pues, cuando conozco un libro que creo que a un niño o niña le va a gustar, le va a
aportar otra mirada, le va a permitir conocer otra realidad, otra gente, otros países;
siento la necesidad de regalarlo, de presentarlos.
A veces, como con las personas, fallamos y queda solo en un maravilloso intento.
Leer, no necesariamente transforma a los lectores en mejores personas, pero al menos
provocará preguntas, nos hará más ciudadanos y nos permitirá participar de lo que nos
rodea. Regalar eso, es mucho.
Horacio Cavallo
Escritor
Hay un libro que a uno le genera algo muy particular, algo medio indescriptible: la
sensación de que lo que está viviendo tiene mucho que ver con uno, o simplemente
una sensación de placer, un placer grande y distinto a otros, que no pensaba que podía
encontrar en un objeto. Ese libro, que es transformador, y que muchas veces nos
convierte en lectores, provoca que el que vivió algo así quiera transmitirlo a otro. Y por
lo general un niño, por tener imaginación frondosa y sensibilidad a flor de piel, es ideal
para que le suceda. Creo que una de las razones por las que se regalan libros es la
posibilidad de que entre ese libro y entre el niño o niña, que lo va a recibir, se dé esa
ecuación, y a partir de ahí, ese niño o niña, siga agarrado al mundo de la lectura y la
literatura buscando libros que le provoquen lo mismo. Muchas veces no lo va a
conseguir, pero va a valer la pena esa intensidad de haberlo encontrado otra vez, aún
cuando suceda cada tanto tiempo.
Claudia Prezioso
Ilustradora
Todavía guardo el recuerdo de un libro que tenía de niña. Era cuadrado y chico, no me
acuerdo como se llamaba. Creo que era de unos seres que viajaban al fondo del mar
en una nave y en la doble página central había una ciudad hecha de muchos dulces y
una tableta de chocolate gigante. Eso es todo lo que recuerdo del libro, quizás este
recuerdo fue cambiando con los años; pero la sensación que revivo cada vez que lo
pienso y la emoción de llegar a esa doble página que ni siquiera puedo describir con
exactitud no se me olvida jamás. Regalar libros a les niñes es regalar emociones que se
guardan para toda la vida.
Sebastián Pedrozo
Escritor
No he regalado nada con tantas ganas como un libro. En ellos siempre viaja algo mío, y
algo que quiero que los demás tengan de mí. Y se lo queden, por un rato al menos.
Secretamente, quiero que esa historia contenida entre las tapas, llegue con la fuerza y
el cariño con que yo la recibí: aunque esto sea casi imposible, lo intento. No dejo de
intentarlo.
Es una fuerza que no puedo contener.
He regalado Seda, de Baricco para que me quieran dramáticamente. Los beatniks, para
que sepan que me gusta ser vagabundo y solitario. Por el mismo motivo: Sam Shepard.
He regalado Houellebecq para que crean que soy transgresor y sofisticado. He
regalado Chéjov para que sepan que también soy práctico con poco. Por el mismo
motivo: Acevedo Díaz y su combate en la tapera. Menos, es más. Para confesar que
soy complicado y tengo marco teórico. Ballard, Le Guin, Thoreau.
Así, con estas pretensiones, he regalado con una sonrisa a Tom Sharpe y David Trueba,
muchos, y Gogol: Diario de un loco, La nariz. He entregado en manos de la amada, Ida
Vitale, Pizarnik, Patti Smith, Peri Rossi, Carver y William Carlos Williams.
Al niño y la niña, que recién empieza a leer: Nöstlinger, Mira Lobe, Arnold Lobel, Max
Velthuijs y Edward Gorey. Para que vean al mundo tan hermoso y terrible como es.
Al joven, a la joven, todo lo que sea de Maria Gripe, Roald Dahl, Federico Ivanier, Philip
Pullman, Neil Gaiman. Y a los que quiero de verdad. Pero de verdad. El barón
rampante, de Calvino. Para que amen la vida como yo. La vida en los árboles. Bien
arriba. Y abajo también, donde las ramas son nuevas y más verdes.
Y entre las hojas leer.
Leer, jamás a ras del suelo.
Federico Ivanier
Escritor
Regalarle un libro a un niño, niña, o adolescente, es regalarle una oportunidad. Es
regalarle la posibilidad de algo. Porque no es solo regalarle una experiencia, que un
libro siempre lo es; sino que es, también, regalarle la oportunidad de construir algo a
partir de eso que lee. Yo no creo que los libros de por sí sean superpoderosos y todo lo
puedan, pero brindan un espacio para ser felices y para entender mejor cómo ser
felices. Son, además, un regalo que necesariamente se vuelve personal: habla de la
relación entre el que regala y el regalado, porque requiere un gran pienso en la previa,
implica tener en cuenta el gusto de quien va a recibir, pero también las experiencias o
la sensibilidad del que da, porque su elección se ha basado en eso: si ese regalo ha sido
elegido con cuidado.
María José Pita
Ilustradora
Me gusta pensar que cada vez que regalo un libro estoy regalando invitaciones a un
lugar que puede revisitarse tantas veces como nos dé la gana. Solos o acompañados.
Con las manos o la boca. Con mis ojos o los de otro.
Esa visita puede suceder una tarde de otoño recostados en la alfombra, un martes en
la escuela rodeado de amigos, o todas las noches a los pies de la cama de mi hijo.
Y cuando el vínculo no es tan íntimo, ese libro puede ser el inicio de la construcción de
una historia con un otro. El puente puede ser un códice, un kamishibai o un acordeón
interminable. Pero a veces no es solo físico. Puede ser un personaje entrañable, quien
nos devuelva en forma de espejo lo mejor de nosotros; o un terrible monstruo de ojos
amarillos que hasta entonces no se animaba a susurrar en nuestros oídos.
Un viaje que, parafraseando a Eclea Bosi, psicóloga social de la USP, puede costar
apenas 12 boletos de ómnibus. Una vez que aceptamos la invitación difícilmente
podamos parar de viajar a misteriosas tierras a cambio de leer y caminar de la escuela
a casa.
Virginia Brown
Escritora
Los dos mejores regalos para un niño o una niña, son un libro o un juego de Lego. A
primera vista pueden parecer diferentes, pero tienen mucho en común. Si no los usas,
quedan quietos; pero son pacientes, esperan sin gastarse ni marchitarse. Si los ponés
en uso, construís, y te construís, al mismo tiempo. Los dos te hacen descubrir cosas
que sin tu imaginación no existirían. Y, claro, por más piezas de Lego que tengas,
siempre vas a querer más. Por más libros que tengas, siempre vas a querer más…
Lucía Franco
Ilustradora
Un libro siempre es el mejor regalo, porque los libros son mágicos y son objetos
hermosos que, si los cuidamos, son para siempre. Con cada libro, regalamos
experiencias, que en solitario o en familia nutren el espíritu, los vínculos, ayudan a
expandir nuestra imaginación, la curiosidad, la creatividad, el lenguaje y el
conocimiento.
Nuestros sentidos están muy atentos, nada más lindo que oler las páginas, sentir la
textura del papel, disfrutar los colores y escuchar las historias que nos transportan a
otros mundos, a crear y querer ser otros personajes.
Todavía me acuerdo cuando me regalaron: “Toribio y el sombrero mágico”, mi libro
favorito.
Helen Velando
Escritora
Leer es muy valioso. Desde el punto de vista de la neurociencia es una herramienta
para crear nuevos circuitos neuronales que estimulan la curiosidad, la imaginación y la
creatividad, desarrollando la capacidad del aprendizaje y la integración de las
emociones.
Laura Farber
Escritora
¿Por qué regalarle un libro a un niño? Para que aprenda a ver con los ojos de la
imaginación, para que recorra el mundo verdadero y habite tierras imposibles. Para
que conozca hombres y mujeres que existieron y personajes de fantasía. Para que se
llene de palabras y verbos con los que pueda contarle a todos quién es y cuáles son sus
sueños. Para que pueda crear sus propios mundos, sus propios personajes, sus propias
historias.
Verónica Lecompte
Escritora
No tengo objetos de mi infancia. No han resistido las mudanzas, el deterioro, el olvido.
Sin embargo, conservo unos cuantos libros. Con varias décadas a cuestas, las esquinas
gastadas, páginas sueltas y colores que se han ido desvaneciendo; siguen allí,
aparentemente mansos. Poemas, cuentos, leyendas, novelas, ¡aventuras! Imágenes
que sobreviven y renacen. Había una vez y otra vez y otra vez más. Cada historia
guarda recuerdos y preguntas infinitas. Cada libro tiene sus propias puertas. Voces
queridas, manos, compañía, contámelo de nuevo, otra vez y otra vez más, tiempo.
Tiempo.
Por eso, regalo libros. Regalar, compartir, abrazar. Son verbos parecidos.
Aparentemente mansos.
Ignacio Martínez
Escritor
Leo
“Cuando termino la última hoja
doy el libro a mis amigos
Ahora hay dos ejemplares
el que se fue en el papel
y el que se quedó conmigo”.
Poema de mi libro Hoy salí a buscar el sol.
Es que los libros son puentes que nos juntan.
Karina Macadar
Escritora
Si pudieras regalar a un niño o a una niña un mundo nuevo para aventurarse, ¿lo
dudarías? Si tuvieras la posibilidad de regalar un viaje, de esos de los que no hace falta
un pasaje, ni tampoco soñarlos; porque realmente estás ahí, y conoces historias,
descubrís personajes y vivís vidas que nunca antes hubieras imaginado… ¿no sería una
propuesta tentadora? Eso es un libro: un viaje inexplicable que, al terminarlo, es como
haberte comido un plato lleno de tu comida favorita. Si no los convencí, mejor les
planteo por qué los niños NO deberían recibir un libro de regalo: 1. Porque serían
libres. 2. Porque despertarían su imaginación. 3. Porque pueden perderse durante
horas, y aunque uno intente llamarlos para comer, bañarse, o incluso ir a dormir no les
prestarían atención. 4. Porque pueden conocer amigos nuevos para acompañarlos
durante toda la vida.
En fin, quizás es mejor NO regalar libros. Es peligroso y puede ser el gesto más
amoroso del mundo. Ustedes decidan, y después me cuentan.
Natalia Cardozo
Ilustradora
Precisamente el otro día, buscando un libro para mi hija, comentaba con una librera lo
especial que era, para mí cuando era niña, elegir un libro con mi mamá una vez al mes.
Sin lugar a dudas, ese recuerdo y el afecto que le tenía a cada uno de mis libros
marcaron mi infancia y preadolescencia. Un libro es un momento especial con uno
mismo. Fácilmente se convierte en un abrazo afectuoso cuando es compartido con un
ser querido.Cuando le regalas un libro a un niño o una niña se abre una puerta a otros
mundos donde todo es posible. Entre líneas, hay espacio suficiente para enriquecer la
historia y que la hagan propia. Cada página los espera pacientemente para ir a su
ritmo. Entonces, pueden deleitarse repitiendo una oración, reviviendo un momento
intenso, haciéndose amigo del personaje y disfrutando al mirar cada detalle. Regalar
un libro, es regalar una gran experiencia.
Sandra Bentancor
Escritora
Elegir el regalo para un niño siempre nos lleva a la pregunta ¿qué le gustaría que le
regale? Y a los adultos nos es siempre difícil encontrar la respuesta. Los libros suelen
ser siempre la mejor alternativa. ¿Por qué debería estar en el primer lugar de la lista
de posibilidades y lo convierte en el regalo perfecto? Porque la lectura es la actividad
más compleja que realiza nuestro cerebro, ya que no solo trabaja para decodificar el
idioma y la semántica de lo que está escrito; sino que permite realizar al lector una
imagen mental de lo que lee, única en cada uno. Genera el múltiple desarrollo de
emociones y valores morales. Tiene el plus de ser un regalo que se puede transportar y
llevar a todos lados. Y, como si todo esto fuera poco, un libro se puede compartir con
otros a través del préstamo, convirtiéndose así en un punto de encuentro entre
lectores. ¡Todo esto lo convierte en el mejor regalo!
Gabriela Mirza
Escritora
Ofrecer libros a la infancia es parte de una responsabilidad que asumí por deseo hace
años. Esta acción, la de ofrecer libros, la entiendo como una manera de compartir uno
de los bienes que como humanidad hemos construido a lo largo de la historia. Los
libros tienen, más allá de su contenido, esa genialidad: los humanos los inventamos,
después de siglos de búsqueda, los construimos entre de idas y vueltas en su formato y
contiene un atravesamiento de las mil artes. Ofrecer libros a los que llegan al mundo,
lo entiendo como una manera de darles la bienvenida a lo humano, como una forma
de hacerlos pertenecer.
Marcos Llemes
Escritor
Hay un montón de razones que pueden explicar lo importante que es regalar un libro a
un niño o niña. Mi favorita tiene que ver con el desarrollo de la empatía, ya que es en
lo que me suelo centrar cuando escribo mis historias. Obsequiar la posibilidad de
ponerse en los zapatos de un personaje que está viviendo experiencias o teniendo
emociones distintas a las del “niño lector”, favorece su comprensión hacia diferentes
puntos de vista, situaciones y formas de vida. Si nos ponemos a pensar, son muy pocos
los regalos que ayudan a fortalecer esta capacidad y, considerando lo importante que
es ser empático con quienes nos rodean desde una edad temprana; sin dudas
obsequiar un libro, es un regalo muy valioso.
Sebastián Santana Camargo
Ilustrador, artista
Un libro es un regalo que nunca se agota, nunca se termina. Es un regalo sólido y
resistente, que es capaz de atravesar el tiempo, las distancias, las mudanzas y las
generaciones. Es un objeto que contiene algo que cambiará de forma en cada lectura,
en cada vez que se vuelva a leer —con “leer” incluyo lo que hacemos con las imágenes
que están dentro de los libros, sean álbumes o enciclopedias o cualquier otro tipo de
libro—. Es, además, algo que envejece de forma evidente y noble, tal como nos toca a
las personas. Es una compañía, un espacio de intimidad muy privada y también de
juntarse con alguien más, con una o más personas. Se puede recomendar, prestar,
contar, compartir, subrayar, y volver a abrir un millón de veces. Un libro es una forma
de conversar a la distancia entre dos que quizás nunca se van a conocer en persona,
pero que tienen algo muy importante para compartir: una idea de mundo, una ilusión,
una fantasía, un sentimiento, una palabra para terminar de armar. Un libro, dura para
siempre.