¿Qué tiene de valioso regalar libros a niñas y niños?


por Virginia Mórtola / 12 de Agosto de 2023



ilustación: Lucía Franco

Con la excusa del día de los niños y las niñas, me distraje de la corriente voraz y perversa del funcionamiento cotidiano y me encontré pensando en los regalos.

¿Cuál habrá sido el primer regalo de la historia?

Algunos autores han escrito sobre el lugar del regalo en las culturas, quizá sea el antropólogo Marcel Mauss en su libro Ensayo sobre el don. Forma y función de los intercambios de las sociedades arcaicas (1924) quien más profundizó, y develó los usos y la simbología de los regalos. Los invito a leerlo, si les interesa.
El origen de regalar se remonta a la prehistoria, cuando nuestros antepasados solían intercambiar objetos como parte de sus relaciones sociales y comerciales. En las culturas antiguas, los regalos eran una forma de establecer alianzas, sellar acuerdos o mostrar respeto y gratitud. Muchos creían que los regalos creaban un vínculo mágico entre el que daba y el que recibía. Lo cierto, es que cada cultura tuvo sus propósitos. Durante la época de la antigua Grecia, los regalos se daban como ofrendas a los dioses en los templos y como tributo a los líderes políticos y militares. En la antigua Roma, se intercambiaban durante las festividades y las ceremonias religiosas. En la Edad Media, se ofrecían como muestra de lealtad y obediencia a los señores feudales y a la iglesia. Se adjudica a los griegos el origen de regalar en el día del nacimiento, y también ellos difundieron la práctica de dar regalos de cumpleaños como muestra de respeto y buena voluntad.

En nuestros días, los regalos se ofrecen como un gesto de cariño, de agradecimiento, y son ritual en ciertas fechas especiales: cumpleaños, días de, bodas, Navidad. A partir de la Revolución Industrial, las opciones se multiplicaron, son tantos los objetos y productos que la oferta marea y el gesto amoroso de regalar se vuelve un automatismo. En ocasiones, los regalos se transforman en compromisos, y pierden el encanto que los envuelve. Un regalo sin afecto y dedicación es un objeto inanimado, muerto.

Busqué su etimología, porque el origen de las palabras se anuda a sus sentidos, y descubrí que la palabra regalo viene del verbo francés galer que significa diversión. Pero su origen es misterioso. A esta noción se suman dos procedencias del verbo regalar: derivado del latín regalis (real, propio de un rey) con el significado originario de «agasajar como un rey» y otra del verbo latino regelare sinónimo de degelare (descongelar) que desarrolló el sentido de «acariciar con agasajo para romper el hilo» y alejar la frialdad.

Un regalo, entonces, podría ser un agasajo que hagan sentir un rey o una reina a su destinatario, que rompan el hielo con calidez y, por qué no, que divierta.


Instrucciones para regalar

1. Nunca olvidar que se trata de una muestra de afecto
2. Crear una pausa para pensar con cariño
3. Priorizar al destinatario: sus intereses y sus deseos.
4. Imaginar cataratas de opciones.
5. Buscar, buscar y buscar, dónde encontrarlo.
6. La elección traerá alegría y nervios.
7. Envolverlo con una flor o un caramelo o una carta o un dibujo.
8. Desear con ansias que llegue el momento
9. Aguantar la ansiedad
10. Ofrecerlo y dejar que siga su camino


A mí me encanta regalar libros, porque la literatura abre una fisura en el tiempo y en la lectura vislumbramos la doble dimensión, indisoluble, de ficción y profunda verdad, en la que vivimos. Y, como escribe Teresa Durán en: “Leer antes de leer” (ANAYA; 2002) “ (…) la infancia pasa muy deprisa y desgraciadamente no surgirá todos los días la oportunidad de regalar un libro. Merece la pena que con los pocos que posean puedan armar un universo”.


¿Qué tiene de valioso regalar libros a niñas y niños?



Una invitación: regálense el tiempo de leer las reflexiones de escritores, escritoras, ilustradores e ilustradoras. Busquen a sus favoritos. Formulen sus opiniones.


Alfredo Soderguit
Ilustrador, director de cine.


Para no redundar sobre lo que tanto se ha dicho, de cómo los libros favorecen el desarrollo de la imaginación y brindan herramientas intelectuales y emocionales para decodificar los más diversos aspectos del mundo y de la vida; diré que los libros son un regalo triple, o múltiple. Diré que son objetos bellos, que perduran en el tiempo, ocupan poco espacio y su acumulación construye templos de conocimiento, diversión e imaginación, llamados bibliotecas. Diré que son una experiencia, una aventura, una forma de conocer otros lugares, mundos y personas, o personajes. Diré que son un regalo para regalar, porque esa aventura de la lectura se puede compartir con otros, hasta el infinito ¡No existe nada en el mundo con una relación costo beneficio tan favorable!


Lía Schenck
Escritora


Cuando acercamos los primeros libros a un niño o niña estamos creando posibilidades de múltiples vínculos que continuarán en el tiempo: consigo mismo, con sus emociones, su sensibilidad, su imaginación y con un mundo; más allá del cercano y conocido, donde los personajes y sus historias generarán preguntas, opiniones, pensamientos. Aprenderán a dialogar con esos personajes y algunos de ellos los acompañarán, en muchos casos, como amigos cercanos y entrañables. Ese es un gran valor de la lectura. Los libros no se gastan, crecen con cada niño, con cada niña y algunos duran toda la vida.


Martín Otheguy
Escritor

Los libros tienen poderes desconocidos, que se activan con resultados imprevisibles. A veces no ocurre nada, como una llave que simplemente no sirve para abrir una puerta. Pero cuando pasa, lo que ocurre, puede cambiarnos la vida. Lo sé, porque de niño me regalaron libros que fueron agujeros de gusano a mundos paralelos, y después de eso nada volvió a ser lo que era. Si nadie me hubiera regalado libros, quizá habría tanteado puertas a oscuras muchos años, sin saber lo que esperaba del otro lado. En qué mundo más pobre y sombrío viviría hoy. Así que más vale ir regalando llaves por ahí.


Evelyn Aixalá
Escritora

Si yo conociera una persona que creyera que le va a aportar mucho a otra, por lo que quiera que sea, nadie me cuestionaría que las presentara, ¿verdad?
Pues, cuando conozco un libro que creo que a un niño o niña le va a gustar, le va a aportar otra mirada, le va a permitir conocer otra realidad, otra gente, otros países; siento la necesidad de regalarlo, de presentarlos.
A veces, como con las personas, fallamos y queda solo en un maravilloso intento. Leer, no necesariamente transforma a los lectores en mejores personas, pero al menos provocará preguntas, nos hará más ciudadanos y nos permitirá participar de lo que nos rodea. Regalar eso, es mucho.


Horacio Cavallo
Escritor

Hay un libro que a uno le genera algo muy particular, algo medio indescriptible: la sensación de que lo que está viviendo tiene mucho que ver con uno, o simplemente una sensación de placer, un placer grande y distinto a otros, que no pensaba que podía encontrar en un objeto. Ese libro, que es transformador, y que muchas veces nos convierte en lectores, provoca que el que vivió algo así quiera transmitirlo a otro. Y por lo general un niño, por tener imaginación frondosa y sensibilidad a flor de piel, es ideal para que le suceda. Creo que una de las razones por las que se regalan libros es la posibilidad de que entre ese libro y entre el niño o niña, que lo va a recibir, se dé esa ecuación, y a partir de ahí, ese niño o niña, siga agarrado al mundo de la lectura y la literatura buscando libros que le provoquen lo mismo. Muchas veces no lo va a conseguir, pero va a valer la pena esa intensidad de haberlo encontrado otra vez, aún cuando suceda cada tanto tiempo.


Claudia Prezioso
Ilustradora

Todavía guardo el recuerdo de un libro que tenía de niña. Era cuadrado y chico, no me acuerdo como se llamaba. Creo que era de unos seres que viajaban al fondo del mar en una nave y en la doble página central había una ciudad hecha de muchos dulces y una tableta de chocolate gigante. Eso es todo lo que recuerdo del libro, quizás este recuerdo fue cambiando con los años; pero la sensación que revivo cada vez que lo pienso y la emoción de llegar a esa doble página que ni siquiera puedo describir con exactitud no se me olvida jamás. Regalar libros a les niñes es regalar emociones que se guardan para toda la vida.


Sebastián Pedrozo
Escritor

No he regalado nada con tantas ganas como un libro. En ellos siempre viaja algo mío, y algo que quiero que los demás tengan de mí. Y se lo queden, por un rato al menos. Secretamente, quiero que esa historia contenida entre las tapas, llegue con la fuerza y el cariño con que yo la recibí: aunque esto sea casi imposible, lo intento. No dejo de intentarlo.
Es una fuerza que no puedo contener. He regalado Seda, de Baricco para que me quieran dramáticamente. Los beatniks, para que sepan que me gusta ser vagabundo y solitario. Por el mismo motivo: Sam Shepard. He regalado Houellebecq para que crean que soy transgresor y sofisticado. He regalado Chéjov para que sepan que también soy práctico con poco. Por el mismo motivo: Acevedo Díaz y su combate en la tapera. Menos, es más. Para confesar que soy complicado y tengo marco teórico. Ballard, Le Guin, Thoreau.
Así, con estas pretensiones, he regalado con una sonrisa a Tom Sharpe y David Trueba, muchos, y Gogol: Diario de un loco, La nariz. He entregado en manos de la amada, Ida Vitale, Pizarnik, Patti Smith, Peri Rossi, Carver y William Carlos Williams.
Al niño y la niña, que recién empieza a leer: Nöstlinger, Mira Lobe, Arnold Lobel, Max Velthuijs y Edward Gorey. Para que vean al mundo tan hermoso y terrible como es.
Al joven, a la joven, todo lo que sea de Maria Gripe, Roald Dahl, Federico Ivanier, Philip Pullman, Neil Gaiman. Y a los que quiero de verdad. Pero de verdad. El barón rampante, de Calvino. Para que amen la vida como yo. La vida en los árboles. Bien arriba. Y abajo también, donde las ramas son nuevas y más verdes. Y entre las hojas leer.
Leer, jamás a ras del suelo.


Federico Ivanier
Escritor

Regalarle un libro a un niño, niña, o adolescente, es regalarle una oportunidad. Es regalarle la posibilidad de algo. Porque no es solo regalarle una experiencia, que un libro siempre lo es; sino que es, también, regalarle la oportunidad de construir algo a partir de eso que lee. Yo no creo que los libros de por sí sean superpoderosos y todo lo puedan, pero brindan un espacio para ser felices y para entender mejor cómo ser felices. Son, además, un regalo que necesariamente se vuelve personal: habla de la relación entre el que regala y el regalado, porque requiere un gran pienso en la previa, implica tener en cuenta el gusto de quien va a recibir, pero también las experiencias o la sensibilidad del que da, porque su elección se ha basado en eso: si ese regalo ha sido elegido con cuidado.


María José Pita
Ilustradora

Me gusta pensar que cada vez que regalo un libro estoy regalando invitaciones a un lugar que puede revisitarse tantas veces como nos dé la gana. Solos o acompañados. Con las manos o la boca. Con mis ojos o los de otro.
Esa visita puede suceder una tarde de otoño recostados en la alfombra, un martes en la escuela rodeado de amigos, o todas las noches a los pies de la cama de mi hijo. Y cuando el vínculo no es tan íntimo, ese libro puede ser el inicio de la construcción de una historia con un otro. El puente puede ser un códice, un kamishibai o un acordeón interminable. Pero a veces no es solo físico. Puede ser un personaje entrañable, quien nos devuelva en forma de espejo lo mejor de nosotros; o un terrible monstruo de ojos amarillos que hasta entonces no se animaba a susurrar en nuestros oídos.
Un viaje que, parafraseando a Eclea Bosi, psicóloga social de la USP, puede costar apenas 12 boletos de ómnibus. Una vez que aceptamos la invitación difícilmente podamos parar de viajar a misteriosas tierras a cambio de leer y caminar de la escuela a casa.


Virginia Brown
Escritora

Los dos mejores regalos para un niño o una niña, son un libro o un juego de Lego. A primera vista pueden parecer diferentes, pero tienen mucho en común. Si no los usas, quedan quietos; pero son pacientes, esperan sin gastarse ni marchitarse. Si los ponés en uso, construís, y te construís, al mismo tiempo. Los dos te hacen descubrir cosas que sin tu imaginación no existirían. Y, claro, por más piezas de Lego que tengas, siempre vas a querer más. Por más libros que tengas, siempre vas a querer más…


Lucía Franco
Ilustradora

Un libro siempre es el mejor regalo, porque los libros son mágicos y son objetos hermosos que, si los cuidamos, son para siempre. Con cada libro, regalamos experiencias, que en solitario o en familia nutren el espíritu, los vínculos, ayudan a expandir nuestra imaginación, la curiosidad, la creatividad, el lenguaje y el conocimiento.
Nuestros sentidos están muy atentos, nada más lindo que oler las páginas, sentir la textura del papel, disfrutar los colores y escuchar las historias que nos transportan a otros mundos, a crear y querer ser otros personajes.
Todavía me acuerdo cuando me regalaron: “Toribio y el sombrero mágico”, mi libro favorito.


Helen Velando
Escritora

Leer es muy valioso. Desde el punto de vista de la neurociencia es una herramienta para crear nuevos circuitos neuronales que estimulan la curiosidad, la imaginación y la creatividad, desarrollando la capacidad del aprendizaje y la integración de las emociones.


Laura Farber
Escritora

¿Por qué regalarle un libro a un niño? Para que aprenda a ver con los ojos de la imaginación, para que recorra el mundo verdadero y habite tierras imposibles. Para que conozca hombres y mujeres que existieron y personajes de fantasía. Para que se llene de palabras y verbos con los que pueda contarle a todos quién es y cuáles son sus sueños. Para que pueda crear sus propios mundos, sus propios personajes, sus propias historias.


Verónica Lecompte
Escritora

No tengo objetos de mi infancia. No han resistido las mudanzas, el deterioro, el olvido.
Sin embargo, conservo unos cuantos libros. Con varias décadas a cuestas, las esquinas gastadas, páginas sueltas y colores que se han ido desvaneciendo; siguen allí, aparentemente mansos. Poemas, cuentos, leyendas, novelas, ¡aventuras! Imágenes que sobreviven y renacen. Había una vez y otra vez y otra vez más. Cada historia guarda recuerdos y preguntas infinitas. Cada libro tiene sus propias puertas. Voces queridas, manos, compañía, contámelo de nuevo, otra vez y otra vez más, tiempo.
Tiempo.
Por eso, regalo libros. Regalar, compartir, abrazar. Son verbos parecidos. Aparentemente mansos.


Ignacio Martínez
Escritor

Leo

“Cuando termino la última hoja
doy el libro a mis amigos
Ahora hay dos ejemplares
el que se fue en el papel
y el que se quedó conmigo”.
Poema de mi libro Hoy salí a buscar el sol.


Es que los libros son puentes que nos juntan.


Karina Macadar
Escritora

Si pudieras regalar a un niño o a una niña un mundo nuevo para aventurarse, ¿lo dudarías? Si tuvieras la posibilidad de regalar un viaje, de esos de los que no hace falta un pasaje, ni tampoco soñarlos; porque realmente estás ahí, y conoces historias, descubrís personajes y vivís vidas que nunca antes hubieras imaginado… ¿no sería una propuesta tentadora? Eso es un libro: un viaje inexplicable que, al terminarlo, es como haberte comido un plato lleno de tu comida favorita. Si no los convencí, mejor les planteo por qué los niños NO deberían recibir un libro de regalo: 1. Porque serían libres. 2. Porque despertarían su imaginación. 3. Porque pueden perderse durante horas, y aunque uno intente llamarlos para comer, bañarse, o incluso ir a dormir no les prestarían atención. 4. Porque pueden conocer amigos nuevos para acompañarlos durante toda la vida.
En fin, quizás es mejor NO regalar libros. Es peligroso y puede ser el gesto más amoroso del mundo. Ustedes decidan, y después me cuentan.


Natalia Cardozo
Ilustradora

Precisamente el otro día, buscando un libro para mi hija, comentaba con una librera lo especial que era, para mí cuando era niña, elegir un libro con mi mamá una vez al mes. Sin lugar a dudas, ese recuerdo y el afecto que le tenía a cada uno de mis libros marcaron mi infancia y preadolescencia. Un libro es un momento especial con uno mismo. Fácilmente se convierte en un abrazo afectuoso cuando es compartido con un ser querido.Cuando le regalas un libro a un niño o una niña se abre una puerta a otros mundos donde todo es posible. Entre líneas, hay espacio suficiente para enriquecer la historia y que la hagan propia. Cada página los espera pacientemente para ir a su ritmo. Entonces, pueden deleitarse repitiendo una oración, reviviendo un momento intenso, haciéndose amigo del personaje y disfrutando al mirar cada detalle. Regalar un libro, es regalar una gran experiencia.


Sandra Bentancor
Escritora

Elegir el regalo para un niño siempre nos lleva a la pregunta ¿qué le gustaría que le regale? Y a los adultos nos es siempre difícil encontrar la respuesta. Los libros suelen ser siempre la mejor alternativa. ¿Por qué debería estar en el primer lugar de la lista de posibilidades y lo convierte en el regalo perfecto? Porque la lectura es la actividad más compleja que realiza nuestro cerebro, ya que no solo trabaja para decodificar el idioma y la semántica de lo que está escrito; sino que permite realizar al lector una imagen mental de lo que lee, única en cada uno. Genera el múltiple desarrollo de emociones y valores morales. Tiene el plus de ser un regalo que se puede transportar y llevar a todos lados. Y, como si todo esto fuera poco, un libro se puede compartir con otros a través del préstamo, convirtiéndose así en un punto de encuentro entre lectores. ¡Todo esto lo convierte en el mejor regalo!


Gabriela Mirza
Escritora

Ofrecer libros a la infancia es parte de una responsabilidad que asumí por deseo hace años. Esta acción, la de ofrecer libros, la entiendo como una manera de compartir uno de los bienes que como humanidad hemos construido a lo largo de la historia. Los libros tienen, más allá de su contenido, esa genialidad: los humanos los inventamos, después de siglos de búsqueda, los construimos entre de idas y vueltas en su formato y contiene un atravesamiento de las mil artes. Ofrecer libros a los que llegan al mundo, lo entiendo como una manera de darles la bienvenida a lo humano, como una forma de hacerlos pertenecer.


Marcos Llemes
Escritor

Hay un montón de razones que pueden explicar lo importante que es regalar un libro a un niño o niña. Mi favorita tiene que ver con el desarrollo de la empatía, ya que es en lo que me suelo centrar cuando escribo mis historias. Obsequiar la posibilidad de ponerse en los zapatos de un personaje que está viviendo experiencias o teniendo emociones distintas a las del “niño lector”, favorece su comprensión hacia diferentes puntos de vista, situaciones y formas de vida. Si nos ponemos a pensar, son muy pocos los regalos que ayudan a fortalecer esta capacidad y, considerando lo importante que es ser empático con quienes nos rodean desde una edad temprana; sin dudas obsequiar un libro, es un regalo muy valioso.


Sebastián Santana Camargo
Ilustrador, artista

Un libro es un regalo que nunca se agota, nunca se termina. Es un regalo sólido y resistente, que es capaz de atravesar el tiempo, las distancias, las mudanzas y las generaciones. Es un objeto que contiene algo que cambiará de forma en cada lectura, en cada vez que se vuelva a leer —con “leer” incluyo lo que hacemos con las imágenes que están dentro de los libros, sean álbumes o enciclopedias o cualquier otro tipo de libro—. Es, además, algo que envejece de forma evidente y noble, tal como nos toca a las personas. Es una compañía, un espacio de intimidad muy privada y también de juntarse con alguien más, con una o más personas. Se puede recomendar, prestar, contar, compartir, subrayar, y volver a abrir un millón de veces. Un libro es una forma de conversar a la distancia entre dos que quizás nunca se van a conocer en persona, pero que tienen algo muy importante para compartir: una idea de mundo, una ilusión, una fantasía, un sentimiento, una palabra para terminar de armar. Un libro, dura para siempre.